Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1661
Legislatura: 1899-1900 (Cortes de 1899 a 1901)
Sesión: 10 de junio de 1899
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 8, 114-115
Tema: Admisión del Sr. Morayta como Diputado

El Sr. SAGASTA (D. Práxedes Mateo): Voy a decir muy pocas, empezando por manifestar que hago mías todas las palabras pronunciadas por el señor Maura, cuyas opiniones en un todo acepto. Las opiniones que hoy ha expuesto el Sr. Maura, con la elocuencia que le es propia, están tan conformes con las mías, que son las mismas, aunque expresadas, repito, con más elocuencia, son las mismas que yo emití aquí un día con ocasión de un asunto parecido que se discutió en Cortes anteriores. Opino hoy como opinaba entonces, y opino exactamente como ha opinado el Sr. Maura. En esto discrepo un poco de la opinión de mi amigo el Sr. Romero Robledo. (El Sr. Romero Robledo: Soy más radical.) Yo entiendo que cuando se hace la pregunta, por algo se hace; y como a esa pregunta se puede decir sí o no, resul- [114] ta indudablemente que puede ser contestada en un sentido o en otro. ¿Por qué se hace la pregunta? Porque hay que responder a ella. Esto no está determinado ni preceptuado en ninguna parte. No está preceptuado en la Constitución del Estado, no lo está en el Reglamento, no lo está en parte alguna. ¿Por qué se hace? Pues se hace precisamente porque ocurrió algún caso en que, después de la compatibilidad legal, había algo en un Sr. Diputado electo, que podía obligar al Congreso a no aceptarlo. Por eso se hizo la pregunta, y desde entonces viene haciéndose en todas las Cortes sin interrupción alguna.

Si no hubiera más que la cuestión de compatibilidad o incompatibilidad, bastaría con que se hiciera la pregunta después de aprobada el acta, sobre estos extremos, puesto que el Reglamento dice que una vez que se aprueban las actas, el Presidente proclamará al Diputado electo. Pues eso es lo que se haría y se excusaría la pregunta. ¿Para qué, repito, se hace la pregunta?. Para contestarla como el Congreso lo tenga por conveniente.

Yo entiendo que hasta ahora no hay motivo alguno para poder expulsar a un Sr. Diputado; y prescindo de que el Diputado de que se trata en estos momentos sea el Sr. Morayta; lo mismo diría si se tratara de otro. ¿Es que el Sr. Morayta, con sus ideas masónicas, con sus opiniones exageradas en política, con sus ideales también exagerados, ha contribuido a difundir ciertas ideas entre los indios, y después esas ideas han influido en las últimas resoluciones de aquel país? Podrá ser. En este punto, me separo yo, como se separa todo liberal, de la atmósfera política que ha rodeado al Sr. Morayta. Pero de eso a expulsarlo del Congreso, hay una gran distancia. ¡Ah! No. De aquí no puede salir ningún Diputado sino para ir a los tribunales. Si es traidor, ese Diputado no puede estar aquí; pero es necesario probar la traición. No se puede acusar a nadie de traidor, y mucho menos a aquél que viene traído por el pueblo; a eso no se le puede imponer un castigo tan tremendo como lo es el de la expulsión del Congreso. O es traidor, o no lo es; si lo es, hay que probar la traición, y una vez probada, no necesitaría que el Congreso tomase una resolución, puesto que él sólo se iría al último rincón de España, donde nadie le pudiese encontrar ni ver.



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